domingo, 7 de abril de 2019

"La Iglesia católica y el fascismo" (2019)


Lanzamiento a nivel mundial 2 de julio de 2019. 
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PREFACIO

Hace 20 años me encontraba en la Ciudad Universitaria cuando recibí una llamada para notificarme que mi trabajo Información sobre el fascismo en el diario católico La Religión (1923-1938) había sido el ganador del primer premio en el género ensayo del Segundo Concurso Arístides Rojas, organizado por la Contraloría General de la República de Venezuela. Ese hecho cambió mi vida en muchos sentidos.
Son dos décadas en las cuales mi percepción sobre la Historia, la religión y el fascismo indudablemente han cambiado, como todo en la vida. Lo que no ha cambiado son los hechos consignados en su momento en esta obra. Por eso esta nueva edición solo se enfoca en correcciones y erratas que se colaron por la premura de la primera impresión. Lo nuevo que se ha agregado es el prólogo del profesor Guillermo Luque y una actualización de la bibliografía.
Tampoco han cambiado muchas de las interrogantes que me hacía cuando emprendí este trabajo: ¿Por qué una institución que pregona la caridad como virtud mostró sus simpatías hacia un régimen cuya bandera principal era la violencia? ¿Cómo quedaban la paz y la misericordia cuando en la sociedad propuesta por el fascismo la guerra era un ritual permanente? ¿Dónde fue a parar lo universal del catolicismo cuando se postró ante un nacionalismo exacerbado? ¿Cómo dos concepciones religiosas opuestas pueden convivir en el mismo espacio y lugar?
            Ese año, cuando hice una presentación de la obra en el marco de la VIII Feria Internacional del Libro de Caracas, advertí de los peligros que significaban para la democracia apartar la institucionalidad, para dar paso al personalismo, al mesianismo y a la práctica política como un asunto netamente religioso. Los oyentes me escucharon con escepticismo. La realidad de Venezuela, casi veinte años después me dio la razón. No solo eso, sino que experimentamos de cerca la mayoría o casi todas las características del “fascismo eterno” acuñado por Umberto Eco.
            Nada de eso hubiese sido posible sin el apoyo popular. Tal como ocurrió en los tiempos del fascismo histórico en Italia y en Alemania, esta dinámica política, concebida como religión, necesita desplegar un repertorio retórico que se manifiesta en mitos, ritos y símbolos. Toda religión se revela a través de un acto simbólico, donde este es el engranaje de dos partes escindidas. En este caso, la palabra escrita juega un papel de primer orden.
            La palabra escrita para el fascismo significaba continuar con la narración o el relato que implicaba vivir la experiencia fascista. Significaba dar a conocer al mundo, en este caso a través de la prensa, lo vivido en el tiempo y en el espacio (templo) fascista. Los italianos y quienes quedaron fascinados por esta forma política, no la sentían como políticas, sino como algo sagrado, algo superior. Lo curioso del asunto es que miembros de una religión, tan compleja y antigua como el catolicismo, formaron parte de la retórica narrativa de la religión fascista.
            Culminé esta obra con estas palabras: “Finalmente, queda abierta la posibilidad de descubrir nuevos matices de las relaciones vaticano-fascistas a través de otros diarios católicos”. Eso es justamente lo que he realizado desde entonces: buscar esas líneas de identificación entre estas dos formas religiosas de ver el mundo. En la prensa española he encontrado un manantial de información que no solo corrobora las ideas acá expuestas, sino que agudiza la temática a unas profundidades que ameritan otras obras por venir.
            A un siglo de la fundación de los fasci di combattimento, el 23 de marzo de 1919, muchas de las sociedades occidentales de comienzo del siglo XXI, como sus similares de comienzo del siglo XX con el sistema parlamentario, ponen en duda, con la práctica, las bondades del sistema democrático. Algunas se han aventurado al experimento populista, uno de los hijos del fascismo histórico.
            También el velo que cubría antes el estudio de cuestiones relativas a la religión católica se ha ido apartando. Solo basta revisar la prensa mundial de las dos últimas décadas. Es la característica del tiempo que vivimos, del conocimiento global y la circulación de información. No hay nada que se pueda ocultar.
            Para culminar, quiero manifestar mi profundo agradecimiento al colega y maestro, profesor Guillermo Luque, sin cuya sugerencia del tema en su clase de Historia de Venezuela del siglo XX esta obra no existiera. Gracias igualmente al jurado calificador del Concurso Arístides Rojas, por valorar este esfuerzo de investigación de más de tres años.

Jesús Eloy Gutiérrez
Caracas, diciembre de 2018




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